de Alvaro Yunque
Pobre amigo filósofo, tu marchas por la calle pensando,
Qué tontera, pensando en cosas graves,
En cosas que te impiden reír de lo que ocurre
A las bestias y hombres que atiborran la urbe.
Oye aquí un caballero y una dama disputan,
- rufián el caballero, la dama prostituta
aquí ante una pizarra de carreras, cien jóvenes
hablan, con qué energía, de caballos y jockeys.
Allí rueda un ruido y una bocina atruena
Y allí ruge un confuso murmullo de marea.
Esto, amigo filósofo, esto sí es divertido;
Pero tú nada escuchas, nada ves, ¡pobre amigo!
A ti quizás, oh amigo, te entristecen las cosas
Que a los demás divierten y, satisfechos, gozan;
Porque tu, pobre amigo, ya has perdido la gracia
De Dios, porque has perdido la divina ignorancia;
Tu hacia los libros fuiste lleno de ardor; oh amigo,
Y has vuelto pesaroso, callado de los libros;
Tú, curioso, quisiste saberlo todo,
Y hoy sabes tanto que te hallas solo, solo.
La vida de la urbe tan grotesca y risible
Tu espíritu acongoja, por eso marchas triste,
Por eso en estas calles, dominio de la injuria
Y el ruido, paseas tu orgullo y tu amargura
Y en medio de animales que no piensan, oh, amigo,
Eres un melancólico animal pensativo.