Nahuel Huapí

Cuando las naciones del Sur vivían florecientes, reinando a ambos lados de la Cordillera, una ciudad portentosa proyectaba su luz y su fama a todos los ámbitos del Mapú.

Su esplendor era tal, que hasta allende los mares, gentes de otras razas y colores, habían oído hablar de ella como una creación fantástica de hadas.

Oyeron hablar de ella los Conquistadores, cuando sus plantas ávidas de aventuras pisaron las playas vírgenes de América. Y unos tras otros se lanzaron febrilmente en busca de la ciudad maravillosa, que se decía alhalajada de oro, plata y pedrerías.

Estaba emplazada se decía en una pequeña isla del lago Nahuel Huapí, circundada por jardines colgantes y guardada por muros cubiertos de esmeralda...

Avisados sus reyes de la proximidad de los conquistadores, y temerosos que la ciudad mítica fuera ultrajada, resolvieron reducirla a cenizas para que no quedara vestigio de ella. Pero un traun pidió y obtuvo de los soberanos la realización de un Hillatún en reemplazo de aquella resolución. Se realizó éste para pedir a Guinechén hiciera desaparecer la ciudad intacta, sin dejar huellas, hasta que se alejaran los invasores. Y así, en un Hillatún que no tuvo precedentes, todos los habitantes de ambas faldas de la cadena andina, pidieron fervientemente el milagro. Y el milagro se hizo. Al finalizar la primera luna del Hillatún, la isla comenzó a hundirse lentamente en las aguas del lago que eran - dice la tradición - límpidas y profundas.

Guinechén, que tanto amó ese pueblo virtuoso, abrió generosamente el lecho del lago donde se sumergió para siempre la ciudad del embrujo...

Y ahí permanece aún intacta, intangible a las manos profanas que tratan de alcanzarla, hasta que desaparezcan los intrusos, para emerger triunfante con sus collares maravillosos, sus coronas de esmeraldas, su palacios de oro y plata y sus jardines encantados de resplandeciente pedrería....

LEYENDAS ARAUCANAS
Fuente: Leyendas Americanas - 1951 Lázaro Flury
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