Germán Cáceres

Nació en la localidad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires (Argentina), el 27 de febrero de 1938. Se graduó en Ciencias Económicas, profesión de la que vive, en 1966. En literatura es autodidacta, siendo sus fuentes de aprendizaje la lectura y la tarea de escribir casi todos los días.
El nacimiento de su vocación de escritor se la debe al cine. Fue miembro de la Comisión Directiva del Cine Club "Núcleo" y colaborador de la mítica revista Tiempo de cine. Comenzó a escribir haciendo críticas cinematográficas, y de allí —por sugerencia de un cronista— pasó al cuento. En ese entonces veía aproximadamente doce películas semanales, y considera esa frecuentación como uno de los más importantes adiestramientos sobre la técnica narrativa. Abandonó la crónica de cine, pero sigue viendo muchas películas. No menciona sus directores preferidos porque la lista sería infinita.
También influyeron en su formación de escritor el amor por la pintura y el diseño gráfico —de chico estudió dibujo de historietas por correspondencia.
En un primer momento, entre sus autores favoritos se encontraban los grandes maestros franceses del siglo XIX (Balzac, Flaubert, Stendhal, entre otros) y los escritores del "Boom Latinoamericano".
Se inició con el relato realista (El checo, la giganta y el enano,1974), y luego giró hacia el género policial (su cuento "Los asesinos nos somos tan malos" que integra Frankenstina, 1977).
El nacimiento de sus hijas Paula y Cecilia —en ese orden— motivó un viraje hacia la literatura infantil, cuyo fruto fue Cuentos para mocosos y purretes, 1980. Este retorno a la infancia lo llevó a su muy amado mundo de las historietas, y colaboró durante años en la señera revista Fierro con artículos que más tarde dieron origen a sus ensayos sobre este noveno arte (el primero fue Charlando con Superman, 1988). Tuvo suerte y por esta especialidad fue invitado a los festivales internacionales de Budapest (1990), Skopje (1991) y St. Just le Martel (1992). Integró el equipo que confeccionó el Diccionario de uso de la historieta española (1997).
Pero los recuerdos de la infancia y juventud no lo dieron tregua —tal vez sea una receta para no envejecer— y en 1996 publicó su novela para adolescentes Soñar el paraíso y en 1999 su continuación, Traficantes de la selva.
Un capricho le hizo escribir teatro en 1998 (Vamos a Manhattan), y a fines de 1999 Ediciones del Valle publicó Suicidios en la cuarta dimensión, su segundo intento como dramaturgo.
Colaboró en La Prensa, Clarín, la mencionada Fierro, El periodista, y actualmente en El gato negro, El Grillo, Proa, Ser en la Cultura y WittyWorld (de EE.UU.)
En 1997 fue incluido en la antología Cuentistas Argentinos de Fin de Siglo, de Editorial Vinciguerra.
Actualmente se encuentra terminando de escribir la novela juvenil Lluvia de cadáveres.

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