Mateo Martín López
Martín López llegó a la Argentina con su padre y hermanos, pequeño, a principios del siglo pasado, y gracias a una beca, que le otorgó la Cámara de Diputados de la provincia de Tucumán, pudo concurrir a la Academia Nacional de Bellas Artes, donde se recibió de profesor en 1933. En 1938 se radicó en Santiago del Estero, y al mismo tiempo que desarrolló la docencia en escuelas nacionales y provinciales del medio, comenzó a través de la plástica un largo romance con los tipos y costumbres santiagueñas. Profundo observador de la vida de nuestros paisanos, sus hombres y mujeres, como también el paisaje solitario y agreste se convirtieron en protagonistas de sus más de cuatrocientos cuadros, que conforman una obra pictórica fruto de una paleta puesta al servicio de eternizar las circunstancias y la actividad cotidiana de nuestro pueblo.
Una obra memorable
Como ejemplo de su pintura testimonial y humana se cuentan "Los vidaleros", obra que se encuentra en la Casa de Gobierno de la provincia; "El santiagueño", que le fue obsequiado por el Partido Justicialista local al general Perón en 1953; "Santiagueña del Salado", que fue la portada de la exposición de artistas santiagueños en Buenos Aires en 1963; "Horizonte santiagueño", obsequiado por sus amigos al intendente de París, Julien Tardieu, en 1962; Armador de cajas", "Verdulera santiagueña", "Bolanchao", "La vidala", que en 1938 obsequiaron los viajantes de Comercio de la Argentina a los de Brasil que mereció los elogios del presidente Getulio Vargas: "El carballito", 'añapa", "Con la presa en la mano", "Chipacos", "Armando un chala", "Prendiendo un chala", etcétera. Sus hombres y mujeres son personajes típicos de un Santiago que aporta a la memoria colectiva del país, testimonio de un tiempo que se va, pero que las futuras generaciones necesitan conocer y comprender, para descubrirse y reconocerse en el mundo globalizado que se viene.
El reconocimiento
El poeta y escritor Juan Carlos Martínez supo decir respecto de la obra de Martín López, en un escrito publicado en EL LIBERAL en 1982: "Esa larga reflexión de años con su monte, su rio y su bosque, esas aventuradas criaturas humanas, cruzando la línea visual de su horizonte, deben acreditar para Mateo Martín López una tardía, pero legitima sucesión de obra, junto a la de nuestro inolvidable Ramón Gomez Cornet". Mateo Martín López fue un hombre de carácter afable y sencillo, pero al mismo tiempo apasionado y profundamente comprometido, que logró plasmar una obra pictórica hermosamente cotidiana y única. Aun cuando falleció en esta (Santiago del Estero , Argentina), su tierra adoptiva, el 19 de diciembre de 1981, vive en los trazos del pincel que dibujo su obra y que resume la idiosincrasia de un pueblo.