Leopoldo Marechal (Buenos Aires, 11 de junio de 1900 - 26 de junio de 1970) fue uno de los más grandes escritores argentinos del siglo XX; poeta, dramaturgo, novelista y ensayista.
A diferencia de otros grandes contemporáneos, como Jorge Luis Borges, Manuel Mujica Láinez o Julio Cortázar, la fama de Marechal casi no trascendió en el exterior e incluso su obra fue relegada al olvido durante un par de décadas dentro del país, debido a los enfrentamientos con compañeros de su generación cuando ocupaba cargos oficiales en el peronismo. Sin embargo su Adán Buenosayres (1948) está considerada por muchos como la novela fundamental de la literatura argentina.
Nació en Buenos Aires el 11 de junio de 1900. Fue maestro y profesor de enseñanza secundaria y en la década del 20 formó parte de la generación que se nucleó alrededor de la revista Martín Fierro. En la primera etapa de su vida literaria prevaleció la poesía. Publicó Los aguiluchos (1922) y Días como flechas (1926), inclinándose hacia el vanguardismo, pero en sus Odas para el hombre y la mujer (1929), con el que obtuvo el Premio Municipal de Poesía, encuentra una voz propia y el equilibrio entre la novedad y lo clásico.
En 1926 viajó por primera vez a Europa, donde trabó amistad con importantes intelectuales y pintores españoles y franceses. En 1930, nuevamente en París, escribió los capítulos iniciales de Adán Buenosayres. La publicaría recién en 1948, luego de muchos años de elaboración. Exceptuando el comentario elogioso de Julio Cortázar y alguna que otra voz entusiasta, la obra pasó en principio completamente inadvertida. Las cuestiones políticas no fueron ajenas a los motivos. Sin embargo, el periplo simbólico que emprende el poeta Adán, protagonista, tres días antes de su muerte por la geografía urbana y arrabalera de un Buenos Aires metafísico, retratando en el camino a algunos reconocibles personajes de la literatura de entonces y tocando registros que van del humor a la epopeya con un lenguaje eximio y por momentos deslumbrante, calaría hondo en la sensibilidad argentina de las siguientes generaciones de escritores. Basta con preguntar a Ricardo Piglia, Juan Sasturain, Pedro Orgambide, César Fuentes Rodríguez o Alejandro Dolina (todos los cuales han hecho reseñas del libro), entre otros muchos. Marechal, por su parte, declaraba: "Al escribir mi Adán Buenosayres no entendí salirme de la poesía. Desde muy temprano, y basándome en la Poética de Aristóteles, me pareció que todos los géneros literarios eran y deben ser géneros de la poesía, tanto en lo épico, lo dramático y lo lírico. Para mí, la clasificación aristotélica seguía vigente, y si el curso de los siglos había dado fin a ciertas especies literarias, no lo había hecho sin crear 'sucedáneos' de las mismas. Entonces fue cuando me pareció que la novela, género relativamente moderno, no podía ser otra cosa que el 'sucedáneo legítimo' de la antigua epopeya. Con tal intención escribí Adán Buenosayres y lo ajusté a las normas que Aristóteles ha dado al género épico." (Suplemento Cultura y Nación del diario Clarín, 29 de marzo de 1973). Como en Ulises de James Joyce, las claves pueden rastrearse hasta La Odisea de Homero y la doctrina judeocristiana (Marechal era un católico convencido), pero el séptimo libro, último y probablemente el más brillante de la novela, el "Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia", es ni más ni menos que una parodia del Infierno de La Divina Comedia de Dante Alighieri.
En 1951 aparecería la obra teatral Antígona Vélez (basada en la Antígona de Sófocles). Aún escribirá Marechal dos novelas más antes de su muerte, acaecida en 1970: El banquete de Severo Arcángelo (1965) y Megafón, o la Guerra (1970), que se publicará en forma póstuma.